Victoria agridulce. Molinos de viento

Molinos de viento

 

Susana Solís Esquinca

 

Victoria agridulce

 

El gobierno mexicano logró contener los arranques explosivos de Donald de aplicar aranceles y tuvo que ceder en el tema migratorio, además del compromiso de comprarle más granos al vecino país lo que sin duda repercutirá en el campo mexicano de por si ya deteriorado y para lo cual deberá ingeniarse el actual gobierno para sacarlo de la postración.

A diferencia de China, el gobierno de México logró llegar acuerdos bajo la lógica que cediendo también se gana y es totalmente válido; no hay que perder de vista que la amenaza provenía de la nación más poderosa del mundo que para nuestro infortunio es además nuestro vecino y principal socio comercial. El horno no estaba para bollos, se debía actuar con inteligencia aunque con ello el gobierno deba hacer lo que le corresponde, es decir, cuidar mejor sus fronteras y no abrirlas de par en par sin ninguna restricción.

 

Primera etapa de política migratoria

 

Los chiapanecos, fundamentalmente los que viven en los municipios limítrofes con Guatemala nunca estuvieron de acuerdo con la política migratoria de “puertas abiertas” porque son ellos los que han sufrido las consecuencias de la fragilidad en la vigilancia de la frontera sur al exacerbarse la violencia.

No es un tema de xenofobia, porque si hay algo que reconocer es la buena vecindad que existe entre Guatemala y México. La mayoría de los comercios de Tapachula, por ejemplo, vive de la afluencia de visitantes guatemaltecos que todos los fines de semana llegan hacer sus compras, o de la mano de obra de los trabajadores que se emplean en las fincas cafetaleras, ranchos y casas. Los guatemaltecos son para México lo que los mexicanos para Estados Unidos; es decir, son fuerza de trabajo y generan riqueza.

Pero dista mucho esta buena vecindad con el fenómeno migratorio inusual que se dio desde finales del año pasado y cuyo componente principal fue de carácter político. 

En lo personal me tocó constatar la presencia de personajes hondureños que perdieron las elecciones de 2018 donde resultó reelecto el presidente Juan Orlando Hernández, quienes arengaban la caravana, querían llamar la atención internacional fabricando un éxodo, utilizando para ello a familias humildes, y si en principio la idea era entrar oficialmente al final se les salió de control ante la llegada de otros personajes que incitaban entrar por la fuerza. 

Al final estos políticos hondureños se retiraron, pero la “hazaña” había sido consumada.

El cambio de gobierno enrareció más el ambiente y al inicio de la nueva administración, sin conocer la verdadera situación, se adelantaron ofreciendo asilo y trabajo para los migrantes, sin saber que el objetivo de las caravanas era Estados Unidos.

En Tijuana se pudo palpar la realidad. Fracasó la apertura de empleos en fábricas; muy pocos migrantes acudieron ante la garantía de alimentos y cobijo en los albergues y  algunos más no lo lograron por estar poco calificados.

Para todos ellos el fin solo era uno, esperar en México y luego cruzar a Estados Unidos.

Al paso de los meses, se desató una ola delictiva y de violencia en la frontera sur de México; crímenes, robos y asaltos en plena luz del día, la delincuencia centroamericana se había infiltrado en el resto de las caravanas.

 

Segunda etapa de política migratoria

 

El segundo momento de la política migratoria fue la dilación; es decir, impedir que los migrantes avanzaran hacia el norte recluyéndolos en las estaciones del INM bajo la promesa de darles papeles para transitar y los  encapsularron en los trámites burocráticos.

Esto provocó que la violencia se anclara en el sur de Chiapas, es decir, confinaron el problema en esta región generando descontento generalizado de toda la población que anteriormente veía pasar a los migrantes pero nunca quedarse en el territorio con todas las consecuencias que ello conlleva y sin estrategia alguna de contención y atención.

Por eso ante el anunció del despliegue de la guardia nacional al sur de Chiapas ha sido bien recibida por los chiapanecos de esta zona; es un alivio para detener la violencia y restablecer el orden y la paz.

 

Tercera etapa de política migratoria

 

Lo advertimos desde hace más de tres meses en este mismo espacio, el anuncio de abrir la frontera sin restricción lo único que estaba ocasionando es que los traficantes de seres humanos aprovecharan la generosidad mexicana para transportar ahora si a pie a la “mercancía” como le llaman a los migrantes para luego en otro estado de la república donde hubiera menos vigilancia embarcarlos en camiones con destino a la frontera norte.

Con la llegada de miles de migrantes también ingresaron integrantes de las pandillas mara salvatrucha y barrio 18, que comenzaron alterar la de por si frágil tranquilidad en las ciudades limítrofes de Chiapas, específicamente de Tapachula donde los empresarios comenzaron a resentir una considerable baja en sus ventas por el miedo y la incertidumbre ante el arribo desmedido de personas.

En palabras de la secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero que consideró curioso que en el momento en que se daban las negociaciones entre México y Estados Unidos llegara una nueva oleada de migrantes, se comenzó a perfilar lo que vendría, una nueva política migratoria que solo debe apegarse a la ley pero con pleno respeto a los derechos humanos.

México no está endureciendo o militarizando su frontera, esta resguardando su soberanía como lo hacen todos los países del mundo y cumpliendo así con el estado de derecho, así lo mandata la Constitución. La migración continuará porque es una característica humana e histórica, pero hay reglas de observancia que deben cumplirse, no más y no menos.

La migración debe ser segura y ordenada. Estados Unidos tuvo que recordarle a México lo que debe ser su obligación como país soberano.

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