Vacunas Covid-19: Triunfo de la ciencia.

ECOLOGÍA HUMANA.  


Por: Amado Ríos Valdez


Tal vez ahora no lo veamos, pero el desarrollo de las vacunas contra el COVID19 en menos de 1 año es uno de los mayores hitos de la humanidad.


Este gran logro ha sido posible por el trabajo de investigación y la cooperación de miles de científicos en el mundo, no solo de la actualidad sino de las décadas pasadas. El desarrollo de las ciencias biomédicas en los últimos 50 años y la inversión de trabajo humano y la inversión económica, han dado frutos en diversas áreas de la salud y el bienestar humanos y hoy nos permiten ver el final de la crisis generada por el Sars-CoV-2 para el año 2022.


SIN LAS VACUNAS NOS ESPERABAN 5 AÑOS DE CRISIS SOCIAL Y ECONÓMICA

Para dimensionar el tamaño de la victoria solo hace falta remitirse a los datos oficiales del COVID19 en todo el mundo: hasta el 20 de diciembre de 2020 se han contagiado 76.7 millones de personas y han fallecido 1,691,024; las pérdidas económicas sumadas de todos los países rebasan el billón de dólares (1 millón de millones) y el impacto por la paralización y la reducción de la movilidad ha dejado sin empleo a cerca del 10% de la planta laboral mundial en sectores como el turismo, el transporte, los espectáculos, los medianos y pequeños comercios, el petróleo, etc.


in las vacunas contra el COVID19 y la probable vuelta a la normalidad a finales del 2021, la crisis económica y social se hubiera extendido 5 años más y las consecuencias de ello son inimaginables.


El anterior récord en el desarrollo de una vacuna había sido de 5 años con la Ervebo contra el ébola, ya que ese tiempo le llevó desde el inicio de los ensayos en humanos hasta su aprobación en noviembre de 2019.


El desarrollo, prueba y aprobación de varias vacunas a 1 año de aparición de la enfermedad es una victoria gigantesca de la ciencia biomédica y sin duda el mayor hito científico del año.


¿CÓMO FUE POSIBLE EL DESARROLLO DE LAS VACUNAS CONTRA COVID EN MENOS DE 1 AÑO?

Hay que repasar el calendario de este año para comprender bien lo que ha ocurrido. El año 2020 empezó con la noticia de unas misteriosas neumonías en la ciudad china de Wuhan.


El 10 de enero, los científicos ya habían confirmado que se trataba de un nuevo coronavirus y habían publicado su secuencia genética.


El 13 de enero, los investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EE UU y la empresa estadounidense Moderna ya habían diseñado el protocolo de una vacuna.


Cuando la inmensa mayoría de la humanidad ni se había enterado de la existencia del virus, la solución ya estaba en camino. Los científicos ya estaban trabajando en la solución


El 30 de enero, la OMS declaró que el brote en China era una emergencia de importancia internacional. El 11 de febrero, el virus fue bautizado como SARS-CoV-2.


El 11 de marzo, la OMS declaró la pandemia. En los últimos días de febrero llegó a México. Moderna anunció el 16 de noviembre que su inyección contra la covid tiene una eficacia de casi el 95%, similar a la comunicada por la estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech una semana antes.


La autorización generalizada de estas dos vacunas es inminente y enseguida llegarán otras, como la desarrollada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca, que simplificará la lucha contra la pandemia en los países más pobres por su menor precio y su mayor facilidad de conservación.


Y también faltan las vacunas chinas, la rusa y otras 50 en proceso. El desarrollo de las vacunas se está realizando de forma muy rápida porque vivimos una emergencia sanitaria. Pero, y esto es lo más importante, se están siguiendo todas las fases establecidas en la metodología de la investigación científica.


Hay una fase previa de ensayos y experimentación con animales para, probar primero en ellos la seguridad y la eficacia. Posteriormente la fase 1 se realiza en un número pequeño de voluntarios sanos y su objetivo es evaluar la seguridad.


En la fase 2 se amplía el número de personas a unos centenares y se evalúa la respuesta inmune a la vacuna. En la fase 3 se incluye a miles de voluntarios para estudiar la eficacia de la vacuna (protección frente a la enfermedad) y su seguridad, comparando los resultados entre el grupo de personas que han recibido la vacuna y el grupo placebo.


Una vez superadas estas fases, las vacunas se someten a la evaluación por organismos independientes que se encargan, precisamente, de velar por la seguridad y eficacia de los medicamentos, como la Agencia Europea del Medicamento (EMA), la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos o la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) en México.


Los procedimientos de autorización por parte de estas agencias se han acelerado a través de un mecanismo que se conoce como rolling review (revisión continua), que se emplea en situaciones de emergencia sanitaria.


Este es un mecanismo excepcional por el cual las agencias evalúan los datos conforme se van generando por parte de las compañías farmacéuticas


En lugar de esperar a que acaben todas las fases de los ensayos clínicos, las agencias reciben los datos a medida que se van conociendo, lo que acelera el proceso de autorización.


El proceso no finaliza aquí, sino que una vez las vacunas se han autorizado y comercializado, se continúa con la fase 4, la de vigilancia potscomercialización, para el seguimiento continuado a largo plazo de posibles efectos adversos que por su escasa frecuencia no se hayan podido detectar en las fases previas de investigación.


SOBRE HOMBROS DE GIGANTES

Las vacunas frente al SARS-CoV-2 no surgen de la nada, los conocimientos y las investigaciones realizadas con otros coronavirus, como el SARS-CoV-1 o el MERS, así como la utilización de modernas tecnologías ya empleadas en la fabricación de otras vacunas, han permitido acelerar su desarrollo. La utilización de nuevos métodos de fabricación, como el RNA mensajero, ya usado en terapias oncológicas, es sin duda uno de los elementos que pueden suponer un antes y un después en la fabricación de vacunas frente al covid-19 y otras enfermedades.


Estas vacunas inducen la fabricación de proteínas del virus por parte de las células de la persona vacunada con la consiguiente producción de los anticuerpos, a diferencia de las vacunas clásicas que contienen parte del virus o sus proteínas.


Además, una ventaja adicional de esta novedosa tecnología es la facilidad y rapidez de producción.


Los años de investigación en el conocimiento de las células, los virus y otros agentes infecciosos, las moléculas que intervienen en los diversos procesos, la secuenciación del genoma humano (otro hito científico del siglo 21), el desarrollo de novedosas técnicas bioquímicas como el CRISPR por el cual le dieron el premio Nobel de química este año a dos extraordinarias científicas, la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer A. Doudna, y muchas otras investigaciones más, fueron la base que permitió el rápido desarrollo de las vacunas contra el COVID19. ¿Y EN MÉXICO? México está lamentablemente rezagado en todo este desarrollo científico por años y años de abandono y menosprecio a la ciencia.


Los presupuestos nacionales a la ciencia siempre fueron ridículos y en la presente administración están peor que nunca. Han llegado incluso a denigrar a los científicos mexicanos y a la ciencia que se ha desarrollado en México al calificarla como “ciencia neoliberal”.


La ironía está que el mismo gobierno que denigra a esa ciencia ha tenido que comprar millones de dosis de vacunas que esa “ciencia neoliberal” ha desarrollado y ha gastado una fortuna mientras le reduce el presupuesto a la ciencia mexicana. El CONACYT anuncia una vacuna mexicana que estaría lista para el 2022, pero si el gobierno se hubiera decidido a invertir en ciencia en México, seríamos un país vendedor de vacunas e independiente y no uno comprador de vacunas y dependiente de las grandes farmacéuticas internacionales.