Molinos de viento: México rumbo al tercer país de acogida

Susana Solís Esquinca

El presidente estadounidense Donald Trump no quitará el dedo en el renglón. Quiere que México se convierta en el tercer país seguro para los migrantes y aún cuando la propuesta fue rechazada por el gobierno federal, en los hechos comienza actuar de esta manera al recibir en breve unas 10 mil personas que esperaran en territorio mexicano sus trámites estadounidenses. Ese fue parte del acuerdo dado a conocer por el propio canciller mexicano.

Después de la segunda guerra mundial que dio origen a las Naciones Unidas, 148 países (entre ellos México) firmaron “La Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados y el Protocolo de 1967”. México, incluso, ratificó el documento el 7 de junio de 2000, por lo tanto tiene la facultad de convertirse en un tercer país seguro, si así lo decide.

Cabe mencionar que no sería la primera vez para nuestro país, ahí esta el caso más reciente en la década de los 80 cuando ingresaron alrededor de 50 mil guatemaltecos que huyeron de la guerra civil de ese país.

Sin embargo, según dicha Convención, “los contratantes” (países) deberán recibir apoyos internacionales para la atención de los refugiados. En el caso de los guatemaltecos en México, fue el Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) la proveedora de recursos económicos, los cuales fueron administrados por la oficina homóloga denominada Comisión Mexicana para Ayuda a Refugiados (COMAR).

¿Se repetirá la historia?

En 1981, miles de guatemaltecos cruzaron la frontera sur de México, principalmente por las regiones selva y fronteriza de Chiapas. Venían huyendo de los “kaibiles”, grupo militar de élite cuya actuación violenta se fundamento en el plan de “tierra arrasada” que pretendía exterminar las rebeliones que desde 1960 persistían en ese país y que se agudizó con el gobierno del entonces presidente, José Efraín Ríos Mont; quien llegó al poder por un golpe de estado y que al paso de los años fue acusado de genocidio.

Según la COMAR, ingresaron aproximadamente 46 mil campesinos que se asentaron en los municipios fronterizos de Chiapas como Comitán y Trinitaria. En 1984, ante el volumen de refugiados, 20 mil fueron reubicados a Campeche y Quintana Roo.

En 1989 se repatriaron de manera voluntaria 4 mil personas. En 1993 se puso en marcha un programa especial de retorno voluntario y organizado. Hasta 1999 habían regresado 42 mil 737 refugiados.

Finalmente ACNUR y COMAR terminaron dando atención a 30 mil 059 personas, entre refugiados de primera generación así como sus descendientes.

En 1996, el gobierno de México comenzó la integración definitiva de los refugiados guatemaltecos mediante un programa de regularización migratoria. En 1998 se habían

entregado documentos a 18 mil 420 guatemaltecos con la característica de asimilados y 10 mil 098 cartas de naturalización.

Hoy en los municipios fronterizos de Chiapas con Guatemala conviven de manera armónica y pacífica mexicanos y guatemaltecos; lo une un motivo más fuerte que la simple vecindad, la historia y cultura mesoamericana.

Sin embargo, a diferencia de esa década, hoy estaríamos hablando de al menos un millón de refugiados de diversas nacionalidades ¿dónde los van a ubicar y sobre todo cómo se va a garantizar un trato digno que implica alimentación, cobijo y oportunidades de trabajo?

Sin duda se avecina una tormenta.

That’s A