Molinos de Viento: El peso del triunfo
- 25 Jul, 2018
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- en: Opinión
Susana Solís Esquinca
El peso del triunfo
No sé ustedes,
pero la noche del primero de julio, en su primera intervención, vi un Andrés
Manuel López Obrador abrumado. Como en shock. ¿Qué pasaba por su cabeza?¿quizá
no imaginó el triunfo arrollador que tuvo?¿estaba sorprendido, consternado o
preocupado?
Así empezó una
amena charla con un conocido político al que le dije que efectivamente esa
imagen también a mi pareció ver, un López Obrador atribulado, quizá porque a
pesar de sus cálculos y encuestas nunca imaginó que tendría sobre los hombros
el enojo y la esperanza de 30 millones de mexicanas y mexicanos. Una votación
histórica, sin duda.
Sin embargo, la
ley de la gravedad es irrefutable, “todo lo que sube tiende a bajar”, es decir,
la votación llegó a una cúspide que de no satisfacer las expectativas del
electorado, las simpatías tenderán a bajar; por eso el futuro presidente se ha
ocupado de mantener informado todos los días a las y los mexicanos de las
acciones que emprenderá desde antes que tome el poder, por eso delinea sus 50
puntos de comportamiento que deberán atender todos los que fueron beneficiados
por el comprensible enojo popular que se tradujo en votos, aún sin conocerlos;
muchos de ellos se ganaron la lotería sin comprar cachito, ese es el riesgo que
enfrenta desde ahora López Obrador con una votación tan copiosa, un voto de
confianza hacia su persona que arrastró a todo aquel que se apuntó hasta como
relleno de planilla municipal.
Para el pueblo,
esta es la última oportunidad de confianza y el reto es mayúsculo, los
gobernadores de los estados y sus funcionarios deberán ser en extremo
cuidadosos para copiar la medianía y el comportamiento austero del Presidente,
caso contrario, vendrán los reclamos, la decepción y el arrepentimiento.
Hasta ahora,
Andrés Manuel López Obrador, ha mantenido en estos quince días la esperanza de
las y los mexicanos, pero ¿cuánto durará la luna de miel? Un acertijo que solo
el tiempo disipará si el resto de los ungidos en los gobiernos estatales,
municipales, diputados y senadores, toman en serio las advertencias que les ha
hecho quien será el jefe máximo.
Por lo tanto, la
ciudadanía ya no quiere ver presidentes municipales, diputados, gobernadores en
suburban, escoltados, parando el tráfico, policías acordonando colonias enteras
para cuidar funcionarios, esposas con escoltas pagados en nóminas secretas,
páginas de sociales exhibiendo fiestas lujosas, portadas en las revistas del
corazón o luciendo ropa cara.
Así también, hay
una ciudadanía que no solo espera un cambio a partir del primero de diciembre,
sino también justicia, ni perdón ni olvido. Dicen los que lo conocen, que aún
falta ver al verdadero Andrés Manuel, los temas del Sindicato Petrolero y
Romero Deschamps es una verdadera afrenta nacional, como lo es también el caso
Odebrecht; son temas ineludibles que el electorado no perdonará si no hace algo
el futuro Presidente.
Un gran
desafío se le aproxima para mantener a raya a quienes adoptó de otros partidos
con prácticas corruptas y que ahora deberán comportarse con decoro; o como
arengó a sus simpatizantes en un mítin de campaña “vigílenlos porque gallina
que come huevo aunque le quemen el pico”, por eso toca ahora a la ciudadanía
justamente vigilar el actuar de los servidores públicos, a las organizaciones
civiles ser contrapeso para que el Presidente tome cartas en los asuntos de
corrupción, tráfico de influencias, nepotismo y que efectivamente vaya contra
amigos y familiares, que no le tiemble la mano para hacer correctivos, solo
así, la ciudadanía continuará dando su voto de confianza al nuevo gobierno y
López Obrador podrá pasar a la historia como él aspira ser, el mejor Presidente
de México.
Y por supuesto
nunca olvidar que 30 millones de mexicanas y mexicanos votaron por él, pero hay
otros 24 millones que sufragaron por otras opciones.