Molinos de Viento: El peso del triunfo

Susana Solís Esquinca

 

El peso del triunfo

 

No sé ustedes, pero la noche del primero de julio, en su primera intervención, vi un Andrés Manuel López Obrador abrumado. Como en shock. ¿Qué pasaba por su cabeza?¿quizá no imaginó el triunfo arrollador que tuvo?¿estaba sorprendido, consternado o preocupado?

 

Así empezó una amena charla con un conocido político al que le dije que efectivamente esa imagen también a mi pareció ver, un López Obrador atribulado, quizá porque a pesar de sus cálculos y encuestas nunca imaginó que tendría sobre los hombros el enojo y la esperanza de 30 millones de mexicanas y mexicanos. Una votación histórica, sin duda.

 

Sin embargo, la ley de la gravedad es irrefutable, “todo lo que sube tiende a bajar”, es decir, la votación llegó a una cúspide que de no satisfacer las expectativas del electorado, las simpatías tenderán a bajar; por eso el futuro presidente se ha ocupado de mantener informado todos los días a las y los mexicanos de las acciones que emprenderá desde antes que tome el poder, por eso delinea sus 50 puntos de comportamiento que deberán atender todos los que fueron beneficiados por el comprensible enojo popular que se tradujo en votos, aún sin conocerlos; muchos de ellos se ganaron la lotería sin comprar cachito, ese es el riesgo que enfrenta desde ahora López Obrador con una votación tan copiosa, un voto de confianza hacia su persona que arrastró a todo aquel que se apuntó hasta como relleno de planilla municipal.

 

Para el pueblo, esta es la última oportunidad de confianza y el reto es mayúsculo, los gobernadores de los estados y sus funcionarios deberán ser en extremo cuidadosos para copiar la medianía y el comportamiento austero del Presidente, caso contrario, vendrán los reclamos, la decepción y el arrepentimiento.

 

Hasta ahora, Andrés Manuel López Obrador, ha mantenido en estos quince días la esperanza de las y los mexicanos, pero ¿cuánto durará la luna de miel? Un acertijo que solo el tiempo disipará si el resto de los ungidos en los gobiernos estatales, municipales, diputados y senadores, toman en serio las advertencias que les ha hecho quien será el jefe máximo.

 

Por lo tanto, la ciudadanía ya no quiere ver presidentes municipales, diputados, gobernadores en suburban, escoltados, parando el tráfico, policías acordonando colonias enteras para cuidar funcionarios, esposas con escoltas pagados en nóminas secretas, páginas de sociales exhibiendo fiestas lujosas, portadas en las revistas del corazón o luciendo ropa cara.

 

Así también, hay una ciudadanía que no solo espera un cambio a partir del primero de diciembre, sino también justicia, ni perdón ni olvido. Dicen los que lo conocen, que aún falta ver al verdadero Andrés Manuel, los temas del Sindicato Petrolero y Romero Deschamps es una verdadera afrenta nacional, como lo es también el caso Odebrecht; son temas ineludibles que el electorado no perdonará si no hace algo el futuro Presidente.    

 

Un gran desafío se le aproxima para mantener a raya a quienes adoptó de otros partidos con prácticas corruptas y que ahora deberán comportarse con decoro; o como arengó a sus simpatizantes en un mítin de campaña “vigílenlos porque gallina que come huevo aunque le quemen el pico”, por eso toca ahora a la ciudadanía justamente vigilar el actuar de los servidores públicos, a las organizaciones civiles ser contrapeso para que el Presidente tome cartas en los asuntos de corrupción, tráfico de influencias, nepotismo y que efectivamente vaya contra amigos y familiares, que no le tiemble la mano para hacer correctivos, solo así, la ciudadanía continuará dando su voto de confianza al nuevo gobierno y López Obrador podrá pasar a la historia como él aspira ser, el mejor Presidente de México.

 

Y por supuesto nunca olvidar que 30 millones de mexicanas y mexicanos votaron por él, pero hay otros 24 millones que sufragaron por otras opciones.