Las patéticas escenas porno en el Cañón del Sumidero


Susana Solís Esquinca


Gran revuelo causó en redes sociales las imágenes que circularon profusamente sobre una filmación de contenido erótico realizado en el Parque Nacional Cañón del Sumidero sin que alguna autoridad de las muchas que resguardan el lugar se haya percatado de la osadía de un grupo de jóvenes dedicados al cine porno.


En primera instancia el hecho despertó el morbo, las risitas cómplices, el chacoteo, posteriormente desconcierto y más tarde indignación entre muchos chiapanecos.


Más allá del tema moral, donde cada quien la asume como quiere, el caso atrajo la atención por la forma en que burlaron a todas las autoridades que vigilan este emblemático sitio natural y la complicidad de la cooperativa de lancheros denominada Angel Albino Corzo, conocida como “lanchas rojas”.


Para el grupo de jóvenes se trataba de un reto y así lo presumieron previamente en sus redes sociales sin que hasta ese momento alguien se percatara de lo que iba a ocurrir.


Aún se desconoce si esta productora hizo algún pago a la cooperativa por ofrecer el servicio particular y llevarlos hasta el lugar que consideraron adecuado para las tomas y si hubo la intención de suspender el servicio para evitar que otros grupos de turistas se toparan con ellos, tal y como ocurrió.


Para algunos es un asunto que viola las “buenas costumbres”, para otros es una flagrante violación a las normas que existen dentro de las áreas naturales protegidas y es aún más, un asunto de seguridad dado que se utilizó una frágil lancha como set donde los protagonistas se despojaron de sus ropas, por supuesto de los chalecos que son obligatorios durante todo el recorrido de 32 kilómetros y aunque a algunos les parezca chiste, el hecho es que no todos los conductores de las lanchas están capacitados en rescate acuático.


No se trata de criticar la industria del cine porno, simplemente que hay lugares específicos para filmarlo y verlo.


El Cañón del Sumidero no solo es un patrimonio nacional, es un sitio turístico donde confluyen familias.


En un país donde la pornografía infantil es uno de los flagelos más aberrantes ¿es correcto que los menores tengan acceso visual a estas escenas en un lugar público, tal y como sucedió?,¿es correcto normalizar que esto puede ocurrir en sitios donde llegan niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos?, ¿qué falta?, ¿las mismas escenas en cañahueca, en el andador de San Cristóbal o en la zona arqueológica de Palenque?


Lo ocurrido va más allá de la discusión simplista de lo moral, fue una estupidez, patético, falta de sentido común por parte de los “osados” protagonistas y los lancheros que no midieron las consecuencias; por ello muy merecido será que haya sanciones ejemplares.