Enseñanzas del COVID 19 en materia de Salud

Por Enriqueta Burelo

Cuando el COVID 19 empezó a hacer de las suyas y las muertes se sucedían una tras otra en China, Italia, España, por citar algunos países donde tuvo su origen y  pegó como aplanadora, nos empezaron a llegar los rumores que los grupos vulnerables eran en primer lugar quienes pasaban de los 60 años, lo cual se agravaba si eras obesa, padecías de hipertensión o diabetes, sin embargo, estos problemas de salud, también están presentes en personas jóvenes por lo que también ellas se encuentran en situación de desventaja al contagiarse del COVID, tendrían menos probabilidades de sobrevivir y tendrían que pasar por el doloroso proceso de intubación, coma inducido, todo lo que ya sabemos.

Hoy hemos ido agregando más problemas a la lista; asma, enfermedad renal crónica, enfisema, fibrosis quística, afecciones cardiacas, personas con un sistema inmunitario debilitado, enfermedades hepáticas crónicas, entre otras.

A excepción de la edad, que es inevitable y por ahí circulan chistes que la Secretaria de Salud nos aconseja a los que ya somos adultos en plenitud, que nos quitemos la edad, o que no usemos Jean Naté, Wildroot, Brut, una serie de perfumes, o pomadas para el cabello propias de la generación que disfrutó a los Beatles o a los Rolling Stone para despistar al COVID que anda en busca de víctimas. Ocho de cada 10 fallecimientos informados en los Estados Unidos fueron en  adultos de 65 años o más; el riesgo de fallecimiento más alto es entre las personas de 85 años o más. Los sistemas inmunitarios de los adultos mayores se debilitan con la edad, y esto les dificulta combatir las infecciones. Además, los adultos mayores suelen tener enfermedades crónicas que pueden aumentar el riesgo de enfermarse gravemente a causa del COVID-19.

Dado el aislamiento, hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre una serie de padecimientos que pudimos evitar y que ahora nos colocan en situación de vulnerabilidad, escogí como la principal de ellas a la obesidad, dado que aumenta el riesgo de padecer otro tipo de enfermedades: diabetes, presión arterial, varios tipos de cáncer y cardiacas.

Hay muchas razones por las que algunas personas tienen dificultad para evitar la obesidad. Por lo general, la obesidad es el resultado de una combinación de factores hereditarios, el entorno, la dieta personal y las opciones de ejercicio. Asimismo,  es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. A nivel mundial ha ocurrido lo siguiente. un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa y un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.

Las principales enfermedades asociadas a la obesidad, llamadas co-morbilidades, son la diabetes tipo II, la hipertensión, la hipercolesterolemia (altos niveles de colesterol en sangre), las enfermedades vasculares y coronarias y el hígado graso. En un alto porcentaje, los tratamientos para la obesidad también consiguen mejorar y equilibrar estas patologías asociadas e incluso en algunos casos, su curación.

Por último, no se deben olvidar los problemas psicológicos (ansiedad, depresión, trastornos alimenticios) que padecen muchos de los pacientes obesos. Estos problemas pueden afectar también a los pacientes que ya se han sometido a un tratamiento para la obesidad, dificultando el proceso de adelgazamiento. 

 

Que nos queda hacer, frente a este problema debe haber soluciones integrales, cotidianas y que involucren a diversos sectores: por ejemplo, en la escuela primaria y en ocasiones desde el jardín de niños se debe hacer un filtro que determine que niños o niñas tienen problemas de obesidad o lo pueden tener en el futuro, platicas con especialistas en nutriología, motivarlos a realizar ejercicios, que durante el recreo no permanezcan inactivos, hablar con los padres de familia, y continuar hasta la universidad llevando a cabo acciones de acuerdo a las edades del alumnado.

 

Exigir al personal médico de las instituciones de seguridad social que cuando lleguen pacientes con sobrepeso a consultarlos, por cualquier otro problema de salud o a su revisión anual, debe ser obligatorio hacerle una cita con la nutrióloga, y en la próxima cita debería encontrarse la  estrategia, para revisar si cumplió con asistir y los resultados obtenidos. Debe revisarse por qué no han funcionado los programas enfocados a combatir la obesidad para los y las derechohabientes, es necesario involucrar al personal de psicología de la institución ya que en muchas ocasiones existen factores emocionales que impiden llevar a cabo una dieta con éxito.

 

Es muy importante responsabilizar al usuario o usuaria de su salud, hay muchas acciones que  se pueden realizar desde la comodidad de su hogar, auto monitoreo de la presión, medirse la glucosa, pesarse cada semana. La tendencia actual de la medicina moderna es que cada persona sea responsable y participe activamente a la par de su médico en el cuidado a largo plazo de su propia enfermedad  y en el mantenimiento de una adecuada percepción de la salud, que incluirá el correcto control de su o sus padecimientos y evitar la presencia de complicaciones o de nuevas enfermedades que puedan deteriorar más su funcionalidad, que en palabras sencillas, es aquello que nos permite ser independientes, auto-suficientes en mayor o menor medida y capaces de asumir la responsabilidad de nuestra salud.

 

La medicina preventiva es la única manera de que el Estado se ahorre cantidades exorbitantes de recursos en la atención a enfermedades cronicodegenerativas y también, permitiría tener una población responsable de su salud, pero hay que empezar ya, que por lo menos sea una ventana de oportunidad que el COVID 19 nos ha brindado al hacer una reflexión individual y colectiva de nuestra salud y la salud de la población.